Desde la Constitución de 1824 se instauró un sistema federal en México, quedando establecida la creación del Distrito Federal, cede de los Poderes de la Unión. Sin embargo, a pesar de no tener los mismos derechos y obligaciones que las demás entidades federativas, su centralidad en los procesos políticos, sociales y culturales ha sido incuestionable. Su papel privilegiado data desde la época colonial, dado que fue ahí en donde se asentaron los poderes virreinales de la Nueva España. Por tanto, desde ese momento es posible rastrear determinado tipo de valores y creencias referidas a la política y a lo político. De acuerdo con Prada (2003), al abordar la historia de la cultura política en la Ciudad de México es posible identificar, aunque parezca contradictorio, rasgos cívicos y religiosos, como ocurrió con el motín de 1692.3En el mismo sentido, como de manera magistral Carlos Monsiváis (2006) escribiría refiriéndose a los inicios del S. XX, la Ciudad de México fue ese espacio complejo donde el conservadurismo, el liberalismo, el arte, la cultura, la pobreza, la riqueza y demás expresiones y problemáticas tuvieron lugar, sin olvidar la persistencia de las herencias del pasado colonial. En términos culturales, la Ciudad de México ha sido el epicentro al concentrar una robusta infraestructura educativa y cultural. En este sentido, la denominada capital del país se ha caracterizado por ser epicentro de la diversidad política, cultural, económica y social del país.